El equilibrio energético ¿Qué es?

El equilibrio energético ¿Qué es?

El equilibrio energético se produce cuando la energía que nos proporcionan los alimentos y las bebidas que ingerimos, es igual a la energía que nuestro cuerpo gasta. Por lo tanto, si hay un equilibrio energético entre lo que consumimos y lo que nuestro cuerpo gasta, nuestro peso se mantiene.

Seguramente, hayas escuchado hablar sobre el equilibrio energético o balance energético, por eso a continuación te vamos a explicar de qué se trata, para que conozcas con más detalle este concepto y los factores que contribuyen a este equilibrio.

El equilibrio energético ¿Qué es?

¿Por qué es importante conocer el concepto de equilibrio energético?

El equilibrio energético se da cuando la energía que obtenemos en la comida y la bebida es igual a la energía que usamos. La energía es lo que nos hace ser activos, es decir, es el combustible de la vida. Por ello, es necesaria para crecer, para desarrollarnos y para el funcionamiento de los procesos corporales, incluido el de os órganos internos. De hecho, en el funcionamiento normal de nuestros órganos vitales, se gasta entre un 60% y un 70% de la energía diaria. Esto, se conoce como metabolismo basal. Mientras, otro 10% de la energía diaria se emplea en digerir, absorber y almacenar los alimentos. Y por último, el resto de la energía sirve para mover el cuerpo, es decir, para ser físicamente activos. Aunque ser físicamente activo no se refiere simplemente a hacer deporte, si no que incluye cualquier actividad diaria como andar, trabajar en el jardín, hacer las tareas domésticas…  Por ello, si no recargamos la energía regularmente, el cuerpo se ralentiza y nos empezamos a sentir cansado y sin vida.

La energía la obtenemos a través de las calorías que componen los alimentos y las bebidas que ingerimos. De hecho, los macronutrientes (hidratos de carbono, grasas y proteínas) aportan calóricas, igual que la fibra y otros elementos que encontramos en los alimentos.

La información nutricional de las etiquetas de los productos, indica cuanta energía contiene un alimento. Normalmente, la energía media que necesitan las mujeres para cada día, es de 2000 kcal y para los hombres es de 2500 kcal. Aunque estos números son solo indicativos, ya que la energía real que nuestro cuerpo necesita depende de varios factores, como los genes, el sexo, la edad, el estilo de vida y el nivel y la frecuencia de la actividad física. Pero más allá de las diferencias individuales, lo que todos tenemos en común, es que si la energía que tomamos es igual a la que usamos, logramos el equilibrio y mantenemos nuestro peso. Por ello, si eres una persona muy activa y quemas más calorías de las que consumes, perderás peso. Por el contrario, si eres una persona sedentaria e ingieres demasiadas calorías, es natural que aumentes de peso. Evidentemente, no hablamos de festines especiales o de domingos de descanso, lo que importa es el equilibrio a largo plazo. 

Y es que tener sobrepeso o ser obeso, puede causar discapacidades físicas y psicológicas, también aumenta el riesgo de desarrollar enfermedades como diabetes, cáncer y enfermedades cardiovasculares. Sin duda, las apariencias engañan y una persona puede estar delgada por fuera y almacenar grasas alrededor de los órganos y no bajo la piel, esto aumenta el riesgo de sufrir enfermedades. Por ello, la cantidad de grasa corporal y su localización, es mejor indicador de buena salud que el peso.

Parece que el concepto de equilibrio energético es sencillo, es decir, come menos, muévete más y pierde peso, pero no es tan sencillo. De hecho, los componentes de dicho equilibrio (energía entrante y saliente) están interrelacionados, por lo tanto, al cambiar uno de ellos es probable que el otro también cambie. Por ejemplo, en una dieta para perder peso se reduce significativamente la ingesta de energía, por lo que probablemente nuestro peso disminuirá, pero también lo harán nuestras necesidades energéticas. Es decir, el equilibrio energético se reajusta pero a un nivel más bajo. Esto se debe a que el metabolismo basal disminuye o a que inconscientemente compensamos la repentina falta de energía siendo menos activos. En ambas situaciones, cuando el nivel energético está más bajo, es muy fácil comer más de lo necesario para aumentar nuestra energía y de forma paralela, nuestro cuerpo puede volver al peso inicial o incluso aumentar de peso, lo que explica las llamadas dietas efecto yoyo.

Por lo tanto, la mejor manera de redistribuir y mantener el equilibrio energético en un nivel saludable, es moviéndonos. Sin duda, la actividad física contribuye positivamente a reducir el riesgo de enfermedades, mejora el bienestar mental y crea oportunidades de interacción social. Y es que, a mayores necesidades energéticas, más podemos comer y disfrutar de la gran variedad de alimentos que tenemos a nuestro alcance. A pesar de ello, no hay que practicar deportes extremos todos los días para mantener nuestro peso estable. Y es que, los grandes cambios son difíciles de mantener y no alcanzar nuestros objetivos puede causarnos frustración. Por ello, si incorporamos pequeños cambios en nuestra vida diaria obtendremos efectos positivos a la larga. Cada uno de nosotros podemos elegir los cambios que se adapten mejor a nuestro ritmo y nuestro estilo de vida. Sin duda, todos podemos cambiar dando pequeños pasos hacia una vida más sana.

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